La mentalidad dormida. Esa parte de nosotros que se
encuentra en constante letargo, en la lejanía de nuestro subconsciente, que va
apagando nuestras vidas. Que las va haciendo ridículas e insignificantes,
carentes de todo sentido. Sin ningún rumbo que seguir. El vacío; la nada; la
inexistencia. Ese palpitar lento. El desasosiego, el desapego. El creer que
nada merece la pena porque en nada nos convertimos cuando morimos. Toda una
vida reducida a polvo, a cenizas; a cuatro palabras y a un te echaremos de
menos y en el camino perdimos nuestra vida, por la cual no hicimos nada. Nos
perdimos a nosotros. A ver la vida pasar y la vida pasaba; sin inmutarse por
esa mentalidad dormida. Sin hacer nada nos fue consumiendo. Nos fue atrapando
sin que nos diésemos cuenta; desde dentro. Arrebatándonos lo que más queríamos.
Reduciéndolo todo al soñar despierto; a la vida vacía; a la incomprensión; a la soledad y a la desolación.
Yaiza Courson
No hay comentarios:
Publicar un comentario